Como estoy seguro que mis amigos expertos en la materia me van a corregir y a aportar sus opiniones divergentes, me aventuro a escribir sobre métodos de formación para el presente y futuro.
Tanteando posibilidades de colaboración en el actual panorama laboral basado en la opción freelance y resultados por tareas, he descubierto el incipiente negocio de la formación online. Resulta que algunos expertos ya no lo consideran un tipo de docencia mediocre e inferior que la formación tradicional, como recoge en uno de sus post de esta semana Enrique Dans.
Independientemente del retorno que pueda suponer para los formadores (que también es importante), hay que pensar en el beneficio obtenido por los clientes. ¿Es lo mismo para un alumno comunicarse con una persona físicamente que con un programa definido de antemano?. Pienso que no, pero habría que profundizar un poco más para llegar a la necesidad real del cliente.
Un alumno puede tener dos necesidades de aprendizaje:
En mi humilde opinión, el único valor añadido que tiene la formación offline, distinta de la tradicional, es la interacción con formador y compañeros. Distingo entre formación offline actual y tradicional, porque el que pretenda introducir la letra con sangre está apañado. Me refiero al valor del formador, a su capacidad de convicción, sus habilidades comunicativas y su predisposición para adaptarse al alumno. Me refiero a la calidad del alumnado, su interés real en el contenido, su capacidad de aportar sin destruir y su calidad… ¿calidad?, ¿pero eso no es subjetivo?. Efectivamente la calidad del curso depende de la opinión subjetiva de cada alumno. Por tanto la gestión del conjunto es vital.
Por último en cuanto al hecho de que sea presencial, vuelvo a ser humilde, creo que carecerá de sentido en el futuro. ¿A caso no podemos mantener videoconferencias online?. Espero que, como en todos los sectores, la formación sepa adaptarse a los cambios, cuanto más rápido, mejor. Mis amigos José Diego Barber, Ángel Nájera, Eduardo Rosser y Enrique Tarragó, seguro que tienen algo que decir. Y otros que no menciono también.
Buen artículo José! as usual!!
ResponderEliminarYo creo que una de las claves de la formación es el "afterclass", lo que aprendes por tu cuenta, lo que investigas, lo que completas...apuntes hay cienes y cienes por internet, bibliotecas etc...pero para que el aprendizaje sea significativo es necesario que el susodicho se involucre por su cuenta.
Por otro lado, creo que en momentos como el actual, un alto porcentaje hace cursos y másters por la línea en el CV y salen tal y como entraron...por suerte, muchos otros aprovechan al máximo los recursos.
El tema CV, como ya puse en un post...debería empezar a desaparecer (ya lo está haciendo)...porque muchas veces las líneas de formación no se corresponden con la actitud y aptitud de la persona.
Un abrazo!!
Totalmente de acuerdo contigo Dani, los cursos aprobados, no tiene nada que ver con la realidad de las capacidades personales. Lo importante es la trazabilidad y, ¿dónde encontramos el auténtico perfíl del futuro empleado?
EliminarHola José Antonio,
ResponderEliminarSupongo que hablas de educación para adultos, ya que, en la educación infantil y juvenil, considero que el contacto directo con niños de su misma edad es fundamental para la educación y la formación de la personalidad.
En el caso de los adultos no es indispensable y el uso de las nuevas tecnologías puede facilitar el "networking digital", lo que nos permitiría disponer de una oferta mas amplia y económica, así como ahorrar tiempo y costos de traslado.
Sin embargo, en la formación de relaciones profesionales, el poder del contacto directo (comer juntos un sábado, escaparse un viernes para tomarse una copas en El Campello o sentarnos en un cubículo a discutir un proyecto), son tan poderosos, que pienso que la educación presencial no desaparecerá.